Entonces me tomó de la mano y me llevó a mi cama en la cual ella se tendió y me dijo, soy tuya a lo que yo respondí, solo intentando en vano, quitar esa maldita y diminuta prenda que se interponía entre su tesoro y yo, pero ella no me dejó quitárselo y me dijo, ¿entonces tú no te desnudas?
Yo lo hice de forma muy rápida y quedé enfrente de ella desnuda, con un cuerpo flaco, pero con una verga normal pero inflamada que no daba más, ella rió y dijo hazme lo que quieras, a lo que respondí dándola vuelta y besando su espalda para luego apoderarme de sus nalgas, entre las cuales posé mi aparato el cual le hice sentir entre esos dos montes de amor, entonces con ella comenzó a moverse como si estuviéramos follando dándome una paja de padre y señor mío.
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