• Ya terminé, y usted, perdón, ¿tú? • No, aún no.
Cuando ella me respondió noté en su cara un cambio de color del pálido blanco con el que me saludó en el umbral de mi puerta a un rojizo de calentura que me gustó mucho, entonces me senté tras de ella en otra silla de oficina y le comencé a dar masaje en la parte del cuello y le dije.
• Una forma de darle las gracias es aminorarle el cansancio. • Ella me miró y me dijo gracias y me tomó las manos.
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